jueves, 19 de mayo de 2016

Belleza, es la palabra para una experiencia de un corto lapso con personitas muy especiales las cuales hacían exclusiva mi estadía dentro de un cuarto de cuatro paredes. Sentimientos que se encontraban mutuamente, los mismos que eran expresados por medio de sus miradas, de esas sonrisas de felicidad y travesura. Sentir ese afecto con el que me recibían diciéndome que como estuvo mi día anterior, que les cuente anécdotas o incluso compartir sonrisas y juegos con esos pequeñines.

El empeño que se observaba en los pequeños me daba a entender, que sus metas eran grandes e ideales llenos de júbilo. Como no recordar esos momentos en que impartíamos una clase, en la cual entre risas creábamos conocimientos. Pero reflexionando y profundizando uno mismo poco a poco siente que aparte de ser un docente con los pequeñines, uno llega a ser su amigo o bien hasta esa figura familiar que tanto les hace falta. 

Al escuchar a los pequeños acerca de lo que quieren llegar a ser cuando sean adultos, me decían una gran cantidad de profesiones entre futbolistas, pintores, arquitectos, ingenieros, chefs, etc., y suspirando me dije a mi mismo, el ser docente no es algo fácil, ya que un docente es el que forma al arquitecto, al futbolista, al ingeniero y que de él depende si dichos niños llegaran a cumplir  sus metas. El compartir los juegos con los niños en el recreo es una experiencia única, ya que no se siente una tensión encima de ellos como es en aula, se siente un ambiente de alegría, de gozo pero más que todo de risas inocentes las mismas que me llegaron a contagiar y a hacerme sentir uno más de ellos, uno más de esos pequeñines que tanto llegue a estimar.

Los agradecimientos tanto por parte de aquellos pequeños como de la docente no se me olvidaran, las miradas tristes al saber que nuestro periodo terminó, ese sentimiento al escuchar a los niños decirme: profe cuándo volverá, es algo que a uno le hace un nudo en la garganta, el no saber responder con sinceridad a esos pequeños y solamente abrazarlos y decirles que fue una bella experiencia el estar con ellos y ese calor de esos abrazos de tanto cariño y el sentir de que uno deja a unas mentes brillantes diciéndoles adiós. Entonces sentí que no debo llegar a ser solamente un docente, sino ser ese ejemplo a seguir o que mejor ser ese amigo incondicional de los alumnos.



2 comentarios:

  1. Buen relato, Pedro, menos descriptivo de lo que esperaba, pero íntimo y emotivo.
    Tampoco creas que es exacto que de ti va a depender en exclusiva lo que sean tus alumnos en el futuro. Confórmate con ayudar a que puedan ser lo que desean...
    Enhorabuena.

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  2. Buena exposición Pedrín, la impresión que tu enfocas es de un buen nivel de sensibilidad, espero que tomes en cuenta otros aspectos inherentes de la vivencia en la escuela para un futuro como docentes.

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