Belleza, es la palabra para una
experiencia de un corto lapso con personitas muy especiales las cuales hacían exclusiva
mi estadía dentro de un cuarto de cuatro paredes. Sentimientos que se
encontraban mutuamente, los mismos que eran expresados por medio de sus
miradas, de esas sonrisas de felicidad y travesura. Sentir ese afecto con el
que me recibían diciéndome que como estuvo mi día anterior, que les cuente
anécdotas o incluso compartir sonrisas y juegos con esos pequeñines.
El empeño que se observaba en los
pequeños me daba a entender, que sus metas eran grandes e ideales llenos de
júbilo. Como no recordar esos momentos en que impartíamos una clase, en la cual
entre risas creábamos conocimientos. Pero reflexionando y profundizando uno mismo
poco a poco siente que aparte de ser un docente con los pequeñines, uno llega a
ser su amigo o bien hasta esa figura familiar que tanto les hace falta.
Al escuchar a los pequeños acerca
de lo que quieren llegar a ser cuando sean adultos, me decían una gran cantidad
de profesiones entre futbolistas, pintores, arquitectos, ingenieros, chefs, etc.,
y suspirando me dije a mi mismo, el ser docente no es algo fácil, ya que un
docente es el que forma al arquitecto, al futbolista, al ingeniero y que de él
depende si dichos niños llegaran a cumplir
sus metas. El compartir los juegos con los niños en el recreo es una
experiencia única, ya que no se siente una tensión encima de ellos como es en
aula, se siente un ambiente de alegría, de gozo pero más que todo de risas
inocentes las mismas que me llegaron a contagiar y a hacerme sentir uno más de
ellos, uno más de esos pequeñines que tanto llegue a estimar.
Los agradecimientos tanto por
parte de aquellos pequeños como de la docente no se me olvidaran, las miradas tristes
al saber que nuestro periodo terminó, ese sentimiento al escuchar a los niños
decirme: profe cuándo volverá, es
algo que a uno le hace un nudo en la garganta, el no saber responder con
sinceridad a esos pequeños y solamente abrazarlos y decirles que fue una bella
experiencia el estar con ellos y ese calor de esos abrazos de tanto cariño y el
sentir de que uno deja a unas mentes brillantes diciéndoles adiós. Entonces
sentí que no debo llegar a ser solamente un docente, sino ser ese ejemplo a
seguir o que mejor ser ese amigo incondicional de los alumnos.
Buen relato, Pedro, menos descriptivo de lo que esperaba, pero íntimo y emotivo.
ResponderEliminarTampoco creas que es exacto que de ti va a depender en exclusiva lo que sean tus alumnos en el futuro. Confórmate con ayudar a que puedan ser lo que desean...
Enhorabuena.
Buena exposición Pedrín, la impresión que tu enfocas es de un buen nivel de sensibilidad, espero que tomes en cuenta otros aspectos inherentes de la vivencia en la escuela para un futuro como docentes.
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